Además de fungir como Rey del Festival, Víctor Manuelle fue el encargado de cerrar el programa artístico.
Alberto Tamargo
Así, con 26 años de historia a cuestas, el Festival volvió a tener lugar en la Calle Ocho colmándose de gente, artistas, puestos de comida y promoción. Como ya es costumbre, los boricuas volvieron a encabezar el desfile de estrellas de la canción, con Víctor Manuelle en calidad de Rey del Festival.
El viernes, el cantante se presentó en la gran fiesta que anualmente realiza el Club Kiwanis en honor a los anunciantes en el vistoso Palacio de Vizcaya. Allí, Manuelle fue homenajeado con el tradicional plato realizado por los ceramistas cubanos Currás y deleitó a los presentes con su música. Ese día, Manuelle había expresado a El Nuevo Día sentirse extremadamente emocionado y agradecido por la oportunidad de ser seleccionado rey de las festividades.
«Me había presentado anteriormente como artista invitado, pero nunca como Rey del Festival. Y para mí es un verdadero honor representar no sólo a la comunidad puertorriqueña, sino a la latina en general», aseguró.
Latinos y no latinos se congregaron otra vez para ver gratuitamente a los artistas invitados al espectáculo de este año. Entre el mar de camisetas que se divisaban, y las banderas que se ondeaban, siempre sobresalían las cubanas y las puertorriqueñas, grupos mayoritarios que históricamente acuden al evento.
Pero cuando se presentaban artistas como Bacilos o Cabas -además otros como Obie Bermúdez o el grupo Yerba Buena- todos aplaudían por igual.
«Esta es nuestra segunda vez en Calle Ocho», indicó J.J. Freire, el boricua de la agrupación Bacilos, a El Nuevo Día mientras esperaba por salir a escena junto a sus compañeros, Jorge Villamizar y Andre Lopes, en lo que sería un concierto de una hora.
Los integrantes de Bacilos adelantaron que ya se encuentran trabajando en canciones para su próximo disco, el cual pudiera estar en el mercado tan pronto como este verano.
POR SU parte, el colombiano Cabas, cuya presentación en el Festival de la Calle Ocho fue la segunda parada de una gira por Estados Unidos que acaba de comenzar, manifestó su deseo por visitar pronto la Isla.
«En Puerto Rico nos presentamos una vez con Shakira y nos fue muy bien», recordó Cabas luego de su enérgica presentación. «Se ha generado algo, pero tenemos que volver y trabajar más. El fenómeno del reggaetón es cegante para otros géneros, por lo que a veces es difícil proponer cosas distintas».
Lo que muchos también sintieron allí fue precisamente el llamado del reggaetón, encarnado en su máximo exponente, Tego Calderón. «El Abayarde» se presentó junto a su protégé, el rapero Julio Voltio, y el músico Hiram Abrantes, percusionista del grupo folclórico de bomba Bataclán. En medio de su presentación, se desató una pelea entre el público, a lo que el «negro Calde» rápidamente aludió desde el escenario: «Aquí hay muchos chamaquitos y si van a pelear, se lo llevan afuera, que no estamos pa´ eso».
Impresionante resultó ver que el entusiasmo generado por Calderón en escena, al bajar de ésta y al montarse en limosina blanca era el mismo que generan chicos lindos de la canción pop como Ricky Martin y Chayanne. Para Calderón, su participación en el Festival tuvo significado especial. «Estoy contento porque yo había estado en la Calle Ocho anteriormente, pero como espectador y ahora me han dado la oportunidad de presentarme como artista. He sentido el apoyo de Miami. Hemos cruzado, hemos roto barreras, porque estamos llegando a todos los latinos».
Otros que siempre son aclamados son el legendario Rafael Ithier y El Gran Combo. «Aquí llevamos muchos años presentándonos y seguiremos viniendo mientras nos inviten. La Calle Ocho es una cosa especial y el cariño que nos dan es especial también», afirmó Ithier.
Ese cariño lo recibió además el rey Víctor Manuelle, a cargo del acto de clausura. Acompañado por una banda en vivo vestida de blanco y un grupo de bailarines, arrancó con Tengo ganas, primer sencillo -versión salsa- de su más reciente producción discográfica, Travesía. Siguió con otro tema nuevo que, al igual que el anterior, ayudó a componer: Lloré, lloré. Pero de llorar el público nada. Aplausos y vítores a granel hubo para Víctor antes de que comenzara a llover y que al poco rato concluyera otra edición del Festival.
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