«Tenemos una criaturita que llegó hasta nuestro hogar hace dos años, y lo estamos criando porque la mamá era compañera de escuela de mi hija y tuvo un mal paso y al papá del nene lo tienen guardado», cuenta el salsero.
Yariel es el nombre de la «criaturita» que poco a poco le devuelve las esperanzas a la voz del tema «Devórame otra vez» de tener un hijo cantante.
«Sucede algo que es increíble, porque ninguno de los hijos míos canta», dice sin restarles méritos a las habilidades que tienen para tocar instrumentos sus varones Jeramel, de 19 de años, y José Juan, de 14, quienes lo han acompañado en su orquesta.
«Y mira qué cosa más grande que llega esta criaturita y sucede que el tipo es el que canta». A Yariel, narra el salsero, le ponen un disco de su padre de crianza y con su balbuceo trata de imitarlo.
«Cuando a veces estoy haciendo la clase de canto en el baño, empieza a tratar de acompañarme», anota orgulloso.
Yariel llegó al hogar de Lalo Rodríguez en Orlando, Florida, en una temporada de invierno luego que la madre biológica, reconociendo su incapacidad para tenerlo, debido a su vicio de sustancias controladas, decidió entregárselo a la familia que conoció a través de una compañera de escuela, en este caso, la hija del sonero.
La madre de Yariel, cuenta Lalo, vivió junto a su esposo y el pequeño en una guagua robada donde complacían sus vicios.
Al momento, el cantante ni su esposa Wanda interesan completar un proceso de adopción, «a menos que salga de ella (de la madre biológica), pero la muchacha siempre ha dicho que el nene se queda con nosotros».
La progenitora de Yariel le firmó un documento a la esposa del artista «dándole poder de toda acción» sobre el menor.
Para el salsero, de 48 años, esta nueva experiencia de crianza es totalmente «diferente» a las anteriores tres, sobre todo por el tiempo que dispone para dedicarle al niño.
«Cuando mis hijos tenían esa edad, yo siempre andaba con ellos, viajaron el mundo conmigo, gracias a que era feliz con tenerlos a mi lado, pero eran otras circunstancias, y ahora, como siempre estoy metido en la casa, y el trabajo no es como antes, que se tocaba todos los días, tengo mucho más tiempo de compartir con el nene», relata.
Ese calor familiar que goza en la ciudad del reino mágico de «Mickey Mouse» lo pudiera trasladar pronto a la Isla. Pues, como le ocurre a una gran parte de sus coterráneos emigrantes, la idea de volver a la patria lo está seduciendo.
«Soy como el coquí que si me sacan de aquí no me siento bien», confiesa en su visita a Puerto Rico para participar en una actividad navideña en Carolina.
«Me gustaría estar un tiempito aquí, porque quiero empezar a tocar mucho aquí en la Isla y compartir más con la gente de acá», puntualiza.