Calle 13 en encuentro musical en New York

Tota

– La propuesta de colaboración artística que propone “B-Live” debutó en “la ciudad que nunca duerme”.

Miles de personas disfrutaron el sábado de un evento musical matizado por el mismo espíritu de fusión que enmarcó la celebración de dicho concepto en más de 20 países, incluyendo a Puerto Rico.

El ofrecimiento musical convocó a muchos para que quisieran formar parte de la plataforma internacional impulsada por Bacardi. Por eso, la entrada de Steiner Studios, en el Brooklyn Navy Yard, se llenó de público desde antes del atardecer.

La invitación era sinónimo de fiesta y entretenimiento.

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La tarima fue eje central. En ella estuvo el dj Mark Ronson para dar comienzo al espectáculo. Su música -con una mezcla de rock, dance y soul- sirvió como saludo a los invitados.

Ronson encajó muy bien con el concepto, toda vez que su sonido sirvió como ambientación mientras la gente se ubicaba. Hijo de una escritora y hermano de una diseñadora de moda, y con más de una década de experiencia en los platos, este dj sabe de primera mano lo que implica la colaboración artística y la fusión, punto focal del “B-Live”.

El siguiente turno musical fue para Calle 13, representación local para un evento que reunió una muestra de la comunidad boricua que aquí reside. Recién llegado de Los Ángeles, el grupo combinó temas de sus dos discos con un discurso en favor de la comunidad latina.

Con su típico estilo de decir las cosas -usando construcciones verbales impublicables en esta nota- René Pérez “El Residente” arremetió contra los políticos que con sus decisiones han afectado a la comunidad latina y alabó el trabajo que realizan meseros y albañiles, por mencionar oficios que podrían parecer poco glamourosos en una ciudad tan cosmopolita, porque “son ellos los que todos los días ayudan a levantar este país”.

Calle 13 se presentó sin su cuerpo de bailarinas, pero sin mucha dificultad improvisó uno con media docena de jóvenes que subieron a la tarima para contonearse mientras la banda se lucía con un despliegue rítmico lleno de fusión, muy en la línea del concepto “B-Live”.

Mientras los boricuas hacían lo suyo, en un costado de la tarima Lebo, artista plástico de la Florida, completó un cuadro siguiendo la línea que ha denominado “expresionismo animado moderno”.

René cantaba y Lebo pintaba. La noche se trataba de colaboraciones artísticas, que no se olvide.

Continuó la presentación de Talib Kweli, rapero local que goza de popularidad entre los seguidores de la música urbana. Con sus temas y la consigna de “put your hand in the air” ayudó al público a seguir entrando en calor y a gozar el momento. Para cuando llegó el invitado estelar, Sean Paul, la noche estaba en su punto culminante.

El cantante jamaiquino de dance hall aumentó el nivel de adrenalina entre los presentes. Aunque poco se entiende de lo que canta -sus letras parecen trabalenguas musicalizados-, su propuesta rítmica es contagiosa. Sin duda, fue el rey de la fiesta con un derroche de energía que no le permitía quedarse quieto en tarima.

El “B-Live” se celebró en un terreno aledaño a cuatro estudios usados para grabar y filmar películas. Una decoración en rojo, blanco y negro llenó el lugar con la imagen del murciélago emblemático de la marca por todas partes, pero destacándose sobre una carpa blanca que quería parecerse al pabellón con la forma de dicho animal que ubica en los predios de la destilería boricua.

El objetivo del “B-Live” se cumplió en esta ciudad, pero no con un ofrecimiento tan variado como el que permite la versión de Puerto Rico. No se trata de señalar que un evento sea mejor que otro, pero ciertamente nuestra naturaleza isleña -con lo que se crea y lo que se recibe- regala una diversidad musical y artística que le hace mucha más justicia al espíritu de colaboración que es en sí mismo la esencia de “B-Live”.

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