Charlie Zaa habló de la fama y su lado oscuro

Tota

 Desde los 12 años comenzó la carrera de Charlie Zaa, un joven que desde sus inicios sabía que quería hacer carrera en la música y así lo logró. Siendo un adolescente (casi niño), abandonó el colegio en séptimo grado para perseguir su sueño como cantante.

Fue quizá el maestro Jairo Varela, fundador de Niche, quién vio en este artista oriundo de Girardot, un talento para la música tropical; al escucharlo, le convenció para ir a Cali y convertirse en corista de la agrupación salsera ‘La Suprema Corte’. Era una época difícil, en la que el auge de las drogas y los carteles tenía abordadas casi todas las parillas de programación en los noticieros.

Durante la época de los carteles en Cali, Charlie mencionó, que realizaba presentaciones para personas que sólo derrochaban el dinero y ese fue el pie para llevarlo a una de sus más fuertes adicciones: las mujeres.

Para Charlie, el problema no era el alcohol ni las drogas, su adicción se veía vinculada a la promiscuidad y las infidelidades. Fue ahí cuando su vida se fue por un rumbo que nunca quiso haber tomado; las malas amistades, el despilfarro de dinero y la libidinosidad hacían parte del diario vivir del artista.

Para el año 1994, comenzó a trabajar en Guayacán con Alexis Lozano y empezó una de las peores épocas en su vida privada, “En ese momento yo pacto con Dios, me puse a orar y de un momento a otro sentí una presencia rara, me erice y me puse a llorar", contó el artista el diario El Pulzo.

Con Jorge Ramírez llegaron los éxitos y el álbum ‘Sentimientos’ salió a la luz y lo hizo merecedor de un premio Billboard, pero gracias a esa carrera los vicios comenzaron a salir nuevamente: "Perdí nuevamente el camino, el enfoque y caigo en pecado".

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