En el momento en que los pequeños se disponían para recibir la bendición del cura, este los sorprendió con sacudidas y golpes en sus cabezas.
Algunos niños que hacían fila y presenciaron lo que les iba a tocar trataron de escaparse de la tremanda bendición. Aquellos que intentaron burlar al cura esquivándolo u ocultando sus cabezas se llevaron un puntapié.
Las reacciones no se han hecho esperar porque consideran que el padre se sobrepasa en su actuar aunque algunos defienden que ese es su estilo.