Para suavizar los momentos de tensión, como terapia previa a una cita deportiva importante o como simple disfrute en tiempo de ocio: la música está muy presenta en el día a día de los deportistas y los colombianos están lejos de ser una excepción, más bien todo lo contrario. Analizamos los gustos musicales de algunos de los representantes más mediáticos de la nación.
Colombia es cultura, gastronomía, café y sobre todo música, mucha música. En el país se aglutinan aproximadamente 150 géneros, que cuentan con amplia representación internacional con oído y mucho flow en las caderas. Ya lo decía Shakira Hips don’t lie, las caderas no mienten. Las celebraciones de Yerry Mina en los goles durante el Mundial de 2018 se hicieron virales, al igual que sus vídeos en las redes sociales. El jugador del Everton es un fanático de la música y no pierde la oportunidad de demostrarlo cada vez que tiene ocasión sobre el campo y lejos de él. Entre bambalinas escucha casi de todo, aunque siente predilección por la salsa choke y el funk.
James pone el ritmo al vestuario del Bayern
Su pasión es compartida por muchos paisanos de profesión. Ahí está el caso de Juan Guillermo Cuadrado, quien, de hecho, ha participado en más de una improvisada coreografía del propio Mina durante las concentraciones de la Selección Colombia. Con tanto amante de la música y el baile, no faltan DJ’s para poner ritmo al vestuario. James Rodríguez está más que cualificado para aplicar al puesto, pues goza de cierta experiencia. De hecho, es uno de los que ha amenizado los momentos de intimidad del Bayern Múnich en los últimos años entre letras de salsa, reggaetón y vallenato, sus estilos preferidos. Carlo Ancelotti, confeso admirador de la música clásica, parece que quiere esa marcha para el vestuario del Napoli, y dejar sus gustos personales a un lado, porque lleva meses insistiendo en su fichaje.
Fuera del deporte rey, la relación del deportista colombiano con la música es igual de estrecha, aunque siempre hay excepciones. Robert Farah escucha bachata y salsa antes de encarar un partido de tenis. En cambio, Juan Sebastián Cabal, pareja de baile de este, prefiere la charla a la canción antes de saltar a la pista de baile. Polos opuestos que se entienden a la perfección a la hora de buscar carencias en los movimientos de los rivales. No en vano, acaban de proclamarse campeones de Wimbledon en dobles y sus nombres, como el de Maluma en las listas de la MTV, aparecen en las primeras posiciones de la ATP. En el caso de Maluma un hit equivale, por norma general, a una nominación para los Grammy y un trofeo de Wimbledon a liderar las apuestas de tenis de cara a torneos posteriores como el Open de Estados Unidos, por encima incluso de los hermanos Bryant. De momento, Farah y Cabal están todavía celebrando y festejando lo acontecido en Londres antes de empezar a preparar la vuelta al circuito con los torneos de preparación al último grande de la temporada.
Dicen que la música amansa las fieras, y también ocurre con los deportistas colombianos. El corazón de la mayoría late con ritmo antes, durante y después de un evento deportivo, y en algunos casos viene acompasado de giros de cadera. Que se lo pregunten a los jugadores del Everton, cómo se las gasta Yerry Mina.
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