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¿En qué estamos pecando con los conciertos virtuales?

Si bien es cierto que son una alternativa de entretenimiento, aún hay muchas personas que tienen dudas y no les creen.

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¿En qué estamos pecando con los conciertos virtuales?
Preparar “la pinta”, organizar con los amigos la previa, sorprenderse con el montaje y sentir las voces de miles de personas cantando la misma canción, son algunas de las cosas que desde hace más de un año extrañamos de los conciertos, y que aún no podremos volver a disfrutar, hasta que estos días de Coronavirus queden atrás. Por lo pronto, se han abierto diferentes alternativas para seguir desfrutando la magia de la música y los espectáculos desde casa.

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Artistas de todo el mundo han hecho su streaming para regalarnos un poco de alegría y mantener rodando la maquinaria de los shows, conciertos y espectáculos, pero no es una tarea fácil ante un público exigente que ha estado acostumbrado a sorprenderse cada vez que va a un evento presencial con nuevas propuestas en escenario, imponentes montajes, pirotecnia y apuestas tecnológicas que hacen vivir una auténtica experiencia.

Los eventos virtuales con transmisión en streaming existían mucho antes de la pandemia, la tecnología ya nos brindaba esta alternativa de “conectar”, pero solo hasta el año pasado tomaron gran fuerza. Si bien es cierto son una alternativa de entretenimiento, aun son muchas personas las que tienen dudas y no les creen. La pregunta obligada es: “¿para qué voy a pagar una boleta si puedo ver casi lo mismo gratis en YouTube?”

Esta forma de pensar es el problema al que nos enfrentamos miles de personas que trabajamos en el  sector y que se afianza entre la gente cada vez que algo sale mal en un concierto virtual, el consuelo de muchos es decir “esto es algo que no se han terminado de inventar”, pero a mi forma de ver, es el resultado de cometer errores simples en el camino de descubrir la dinámica ideal que deben tener estas propuestas de entretenimiento. Creo que hay ciertos “pecados” que cometemos a la hora de planear un show de este tipo y que deberíamos tener en cuenta para garantizar que salga de la mejor forma y recuperar la confianza del público al entregarle una real experiencia en casa.

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El primero es caer en la necesidad de decirles a todos que será un show “en vivo”, llenando a la gente de expectativas que fácilmente se pueden ir al piso al ver el espectáculo que se está entregando. Queremos que la gente encuentre un show virtual lo más parecido a uno presencial y se justifique pagar una boleta, y uno de los elementos que creemos que van hacer que esto pasees la promesa del “en vivo”. Aquí la pregunta es: ¿Para qué prometer un “en vivo” si no va a pasar nada diferente a lo que pasa en un show colgado en YouTube de un concierto presencial?

No basta con tener un “chat” en vivo en el que son los asistentes los que interactúan y ya. Si se va a plantear un show en directo creo que debe pasar algo que permita a quien está en casa interactuar con el artista y que esto le dé valor a lo que estoy viendo en mi pantalla. Si no hay algo poderoso que le aporte el “en vivo” al show, creo que es mejor diferenciar la experiencia con el contenido que se va a entregar a los asistentes y que solo podrán verlo una vez y en exclusivo por comprar su entrada.

El siguiente pecado tiene que ver con el contenido que se entrega. Creo que si se va a cobrar una boleta debemos esforzarnos en lo que se va a presentar y no solo apostarle a un escenario tradicional de conciertos y un juego de cámaras que lo haga ver televisivo entregándonos detalles que no vemos normalmente en un evento presencial. Vale la pena invertir en el show y más si se pretende alcanzar a miles de personas en cualquier parte del mundo, los show virtuales permiten vender las boletas que se venderían en toda una gira con un solo concierto.

Varios artistas le han apostado a propuestas audiovisuales diferentes y a performance que le dan un valor al show y se diferencia de lo que hay colgado tradicionalmente en YouTube. La apuesta de Arjona con un espectáculo en la ciudad Colonial de Antigua Guatemala iluminado por cerca de 5 mil velas o el concierto de Andrés Cepeda en la Catedral de Sal de Zipaquirá, son 2 buenos ejemplos de artistas que le apostaron a un show que genera curiosidad y que propone un contenido diferente en montaje, producción y espectáculo al que ofrecen los conciertos presenciales, entregando una auténtica experiencia por una sola vez, con un formato novedoso y que sin ser  “en vivo”  motiva a pagar una boleta.

El tercer pecado está relacionado con las herramientas tecnológicas para que el concierto llegue a las pantallas de todos. Miles vivieron este fin de semana una experiencia desagradable con su registro al concierto de Marc Anthony cuando intentaron acceder y la página se quedaba en una foto fija sin mostrar ninguna otra opción.

Dando una mirada general al cómo funciona un streaming, además de las condiciones de conectividad que debemos tener en casa relacionadas sobre todo con nuestro servicio de internet, hay dos elementos claves y que pueden fallar cuando mucha gente está conectándose a un concierto virtual: El registro de acceso y el reproductor de video. El registro de acceso es esa página web en la que acreditamos nuestra boleta para poder entrar a ver el show, comparando esto con un concierto presencial, si pretendemos que entren a un escenario 100 mil personas por 5 puertas el caos será total.

Es importante contar con la infraestructura para recibir el volumen de conexiones y esto se relaciona con la capacidad de los servidores y el desarrollo del sitio al que se está ingresando. En este punto la solución está en utilizar desarrollos de terceros, así cuesten, que garanticen la infraestructura para que no “se caiga” la página. Otra de las posibles soluciones es proponer contenido para que los asistentes se motiven a conectarse por horarios y que encuentren un show previo, y así liberar tanta presión simultánea en el ingreso. En cuanto al reproductor de video, hay muchas empresas en el mundo que prestan este servicio y que brindan estabilidad en la conexión para millones de usuarios en simultánea, lo importante en este punto es la calidad de la conexión desde donde se origina el show y se sube a la red.

En resumen, para no caer en este pecado es recomendable utilizar los servicios que existen y que garantizan que las cosas funcionen, aunque esto, al igual que en un concierto en vivo, no es garantía de que algo pueda fallar, de ser así, hay que estar preparados para reaccionar con un equipo de comunicaciones capaz de entregar una respuesta inmediata a los asistentes tanto por las redes sociales como por contacto directo.

Por el momento hay que seguir aprendiendo de estos nuevos formatos, proponer mejores shows donde los asistentes perciban el valor en el contenido y encuentren la diferencia entre un show pago y un show colgado en YouTube, nadie tiene la verdad absoluta pero todos los esfuerzos que han hecho tantos artistas a lo largo de 2020 y en lo que va de 2021 nos deben servir de aprendizaje para  apostar a entregarle a los asistentes a futuros shows una experiencia que los sorprenda y les demuestre que vale la pena pagar la boleta.

Por: Carlos Yepes (@chyepes) – Director de Experiencias y Eventos Caracol Radio

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