Un hecho conmocionó a México en el 2015, las autoridades encontraron los cuerpos de dos personas descuartizados en una casa, en Tijuana. Por el hecho, Anastasia Lechtchenko fue detenida, por haber asesinado a su mamá y hermana de 11 años.
Ese día, Anastasia tenía 19 años y estaría drogada cuando se peleó con su mamá Yuliya, quien era una pianista ucraniana que había emigrado a México. Según informaron, la joven la habría descuartizado con un cuchillo. Luego de eso, habría hecho lo mismo con su hermana.
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Las autoridades dijeron que habría asfixiado a las víctimas con una soga, luego las apuñaló y desmembró. A su mamá le habría sacado el corazón y a su hermana los ojos. En todo el proceso se habría demorado siete horas y habría utilizados tres cuchillos de cocina.
La joven luego guardó los restos de sus familiares en unas bolsas negras y después se habría fumado un cigarrillo. La Fiscalía dijo que lo había hecho porque “eran brujas”.
Anastasia le confesó el crimen a su novio y a una amiga y fueron ellos quienes la denunciaron. La joven dijo que lo había hecho porque sintió punzadas en las espalda y pulsaciones en el cuerpo.
“Mi mamá se dedicaba a la brujería y mi hermana era una muñeca, su aliada y títere. Y para que no continúen esos trabajos también hay que matarla. Para matar a una bruja, a ese espíritu maligno hay que cortarle partes inferiores”, dijo en ese entonces la joven.
Antes del asesinato, encontraron que la joven había buscado en internet cómo matar a una bruja y desmembrar su cuerpo.
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El caso no se quedó ahí, la joven después dijo que había sido violada y torturada por policías, quienes la obligaron a decir que su hermana y madre eran brujas. Además, aseguró que ella había estado consumiendo por cinco días y que los uniformados le dijeron que si se declaraba culpable la iban a dejar libre.
Hubo otros detalles inconclusos en la investigación, porque en el ADN apareció el de un hombre que no fue identificado. Además, los cuchillos y las bolsas en las que estaban los cuerpos no había huellas de Anastasia.
Sin embargo, la joven fue condenada a 80 años de prisión y en un principio no sabía por qué estaba presa y llamó a su casa esperando que su madre le contestara el teléfono.
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