“Me llaman del colegio y me dicen que se había desmayado. Y yo sé por qué se había desmayado el niño, se había desmayado por hambre”, comentó la mujer privada de la libertad.
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Cuando fue descubierta tomando el alimento del almacén, fue trasladada a la URI de Paloquemao, no obstante allí pasaron solo unas horas y quedaron en libertad.
Según el informe de City Noticias que habló con la mujer condenada, ella junto con su esposo empezaron a trabajar en el barrio Mazurén vendiendo empanadas y antipasto. La situación económica empezó a mejorar para su familia, sin embargo, un día sucedió algo inesperado.
Las autoridades llegaron hasta su casa luego de ser alertadas por un conflicto, en el momento que le pidieron las cédulas tanto a ella como a su esposo, les dijeron: “Póngase otros sacos y unos zapatos porque nos vamos. Tienen un llamado de 13 años y 8 meses”.
La pareja quedó atónita con la declaración del policía. El delito por el que fueron condenados fue el uso de menores para la comisión de delitos.
Ahora Sandra Del Pilar se encuentra recluida en el centro penitenciario y su esposo en la cárcel La Picota. Ambos se ven una vez al mes durante 50 minutos y su hijo ya es un adolescente.
Según sus declaraciones al medio citado, pese a su situación es una mujer que tiene muchos sueños y proyectos cuando salga de la cárcel, actualmente es profesora y promotora de los derechos humanos al interior del penal.
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“Si logramos pasar juntos esta los dos, es un milagro. Cuando el amor es fuerte, hasta las cosas malas se superan. No tenía un matrimonio bonito, ahora lo tengo. No va a pasar un solo día que no luche por mi libertad porque no se me hace justo que yo esté aquí”, dijo entre lágrimas la madre de familia.
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