La pérdida de un ser querido puede ser angustiante y dolorosa. Casi siempre se necesita un recogimiento espiritual para encontrar la calma necesaria para sobrellevar la muerte de una persona.
Por esta razón, la oración permite llegar al espíritu de la consolación y de esta manera, al pasar los días, la ausencia se hará más llevadera. Además, el alma de los difuntos requiere de las oraciones de sus seres más allegados, pues, aunque no se encuentren presentes, la relación sigue viva.
El acto de orar por los muertos es una de las siete obras espirituales de la misericordia. Según el Evangelio, “rezar a Dios por los vivos y los muertos” ayuda a orientar nuestras acciones diarias, de acuerdo con la enseñanza moral católica.
Las oraciones que hacemos por los fallecidos pueden permitir la liberación de las almas que se encuentren en el purgatorio, y una vez logren estar al lado de Dios, orar de vuelta.
Por lo tanto, las oraciones con fe y sin interés nunca serán desperdiciadas, por esta razón, se invita a rezar por los que ya no están en este plano terrenal diariamente, porque Dios también escucha las súplicas y con esperanza se espera el cumplimiento de las peticiones.
Con la oración se puede conseguir el perdón de Dios y la purificación de los pecados, para poder vivir una vida junto al Señor plena y a su gloria. El portal ‘Hozana’ invita a realizar las siguientes oraciones:
“Padre santo, Dios eterno y Todopoderoso, te pedimos por (el nombre del difunto), que llamaste de este mundo.
Dale la felicidad, la luz y la paz. Que él, habiendo pasado por la muerte, participe con los santos de la luz eterna, como le prometiste a Abraham y a su descendencia.
Que su alma no sufra más y te dignes a resucitarlo con los santos el día de la resurrección y la recompensa.
Perdónale sus pecados, para que alcance junto a ti la vida inmortal en el reino eterno.
Por Jesucristo, Tu Hijo, en la unidad del Espíritu Santo. Amén.”
¡Oh Dios! Nuestro creador y redentor, con tu poder Cristo conquistó la muerte y volvió a ti glorioso. Que todos tus hijos que nos han precedido en la fe especialmente por (nombre del difunto) participen de su victoria y disfruten para siempre de la visión de tu gloria donde Cristo vive y reina contigo y el Espíritu Santo, Dios, por los siglos de los siglos. Amén.
Dales, Señor, el descanso eterno. Brille para ellos la luz perpetua. Descansen en paz. Amén.
María, Madre de Dios, y Madre de misericordia, ruega por nosotros y por todos los que han muerto en el regazo del Señor. Amén.”
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