A la Virgen recurren todos los fieles cada 29 de julio en honor a ella, no obstante, los martes también se le conceden con el fin de pedir ayudar a quienes necesiten de Santa Marta en los momentos de dificultad, con esperanza y devoción para que pueda interceder ante las súplicas de sus creyentes.
Este novenario es una breve catequesis de la Virgen Santa Marta, donde se le implora que sus virtudes sean concebidas. Esta devoción puede despertar la conciencia de que los trabajadores domésticos son elevados por Dios.
Para el portal de los Caballeros de la Virgen, así debe rezarle a Santa Marta durante los nueve días.
«Señor mío Jesucristo, Dios y Hombre verdadero, Creador Padre y Redentor mío, por ser Vos quien sois, porque os amo y estimo sobre todas las cosas. A mí me pesa, Señor, pésame en el alma de haberos ofendido y no haberos amado; propongo, Señor, mi vida, obras y trabajos, en satisfacción de todos mis pecados, y así como os lo suplico, así confío en vuestra bondad, piedad y misericordia infinitas, que me los perdonaréis y me daréis gracia para enmendarme y para perseverar en vuestro santo servicio hasta el fin de mi vida. Amén.»
«Dios y Señor mío que enriquecisteis con tantas y con tan abundantes virtudes a la Bienaventurada Virgen Santa Marta, la que conociendo a vuestro hijo Jesús como el Mesías verdadero abrazando gustosamente su doctrina y practicando con fidelidad tus celestiales lecciones, llegó en poco tiempo a la santidad más elevada, os suplico Señor que por los merecimientos del mismo Jesús , nuestro Redentor y por la intercesión de la gloriosa Santa, nos concedáis los auxilios que necesitamos para acertar en agradaros en todas las acciones de esta vida y gozar después eternamente vuestra presencia en la gloria mereciendo ahora alcanzar la gracia que solicitamos en esta novena. Amén.»
La jaculatoria es una oración corta o invocación que se repite de manera constante.
“Santa Marta, ruega por nosotros.”
«Purísima virgen, modelo de castidad y paciencia, ejemplo vivo de todas las virtudes cristianas, testigo presencial de las divinas palabras, milagros, pasión, muerte y resurrección de nuestro redentor Jesús; humildemente nos acogemos a vuestro patrocinio y amparo y os rogamos encarecidamente con toda la sinceridad del alma, con la fe viva y ferviente que despierta y fomenta en el corazón la sabia y vivificante doctrina de nuestro Salvador, nos alcances de Él la tranquilidad de conciencia, ocasionada por el cumplimiento de mis obligaciones morales y religiosas así como la dicha y prosperidad en nuestro hogar.
Interceded casta esposa del Señor, por la dicha y prosperidad de todos los seres que amamos; alcanzadnos la paz y concordia que la sociedad reclama para su bienestar y que fieles a los preceptos divinos que por medio de Moisés fueron revelados al pueblo escogido para nuestro bien, consigamos la gloria eterna reservada a los mansos y humildes de corazón. Amén.»
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