La región del Catatumbo, que representa más del 40% del departamento de Norte de Santander, ha estado marcada por la presencia de grupos durante décadas. Estas dinámicas han limitado el desarrollo y el acceso a la educación para muchos jóvenes, quienes a menudo se veían obligados a trabajar en actividades como la recolección de hoja de coca. Para responder a esa realidad, autoridades y otros actores le están apostando a la educación el turismo y el desarrollo agroindustrial en el territorio.
En su paso por Tropicana, el gobernador del Norte de Santander, William Villamizar, habló sobre la Universidad del Catatumbo, en El Tarra, como una oportunidad para que los jóvenes y la población en general puedan progresar. Con programas adaptados a las necesidades locales, la institución ofrece una educación pertinente y con proyección en el territorio, fortaleciendo el potencial humano y promoviendo el desarrollo regional.
El proyecto se enfoca en áreas clave como agroindustria, derechos humanos y psicología, considerando las necesidades específicas de una región con un fuerte impacto social y económico derivado del conflicto armado. “Donde llega el conocimiento, llega el desarrollo”, afirmó Villamizar, quien destacó el contrato «llave en mano» firmado recientemente para estudios, diseño y construcción de esta universidad, que permitirá a los jóvenes forjar un futuro sin abandonar su tierra.
Parte de dicha transformación territorial, añadió el alcalde de Ocaña, Emiro Cañizares, se encuentra en la riqueza turística de esta zona del país. En palabras del mandatario, se trata de un recurso aún por explotar, por lo que se le considera como la segunda actividad de desarrollo en el Catatumbo, después de la agroindustria.
La región cuenta con atractivos únicos como la Serranía de los Motilones, el Parque Motilón Barí y el fenómeno del «rayo del Catatumbo». Además, municipios como La Playa y El Carmen han sido reconocidos por su riqueza cultural, lo que le convierte en un destino de alto potencial turístico. A ello se suman las tradiciones religiosas como la devoción a la Virgen de Torcoroma, que alimentan el turismo religioso, y el Parque de los Estoraques, una joya natural con formaciones rocosas singulares.
“Es un territorio que, a pesar del conflicto, muestra una resiliencia admirable”, concluyó el alcalde, señalando la importancia de seguir apostando por la educación y el turismo como motores de paz y desarrollo. Con el apoyo de instituciones públicas y privadas, la visión de un Catatumbo en paz y con oportunidades reales para sus habitantes podría estar más cerca de materializarse.
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