Hace años en el país los comerciales no solo eran espacios publicitarios, sino pequeñas historias que se quedaron en la memoria colectiva de la gente, con canciones pegajosas, frases icónicas y personajes entrañables, marcaron generaciones enteras. O quién no recuerda a ‘Caldo Doña Gallina; al pequeño lo llamaban ‘Pipe’ y corría por la cuadra en busca del mandado de su mamá repitiendo una y otra vez lo que debía comprar.
Además de otros momentos icónicos de la publicidad como baile de ‘Quipitos’, o la icónica frase «Señor Johnson, los grandes siguen usando mi champú». Sin embargo, uno de los más sonados y recordados es el de los refrescos Frutiño.
Con escenas llenas de juegos, familias sonrientes y música. Esos comerciales, grabados con creatividad y mucha emoción, se convirtieron en algo más que promociones: eran parte del día a día de los colombianos.
Uno de esos comerciales, emitido en 2007, presentaba a dos niños jugando fútbol en la playa, con un mensaje sencillo y cercano. Lo que pocos saben es que en aquel momento uno de esos niños era Martín Vargas, quien se convertiría años después en un reconocido músico, integrante de la famosa y exitosa banda de pop bogotana Morat.
En su adolescencia, Martín no solo protagonizó este recordado anuncio, sino que también fue parte de otras campañas publicitarias, como las de los chicles Bubbaloo. Su naturalidad frente a las cámaras y su carisma hicieron que fuera uno de los rostros juveniles más reconocidos de la época.
Sin embargo, su verdadera pasión siempre fue la música. Desde joven mostró un talento innato para la batería, y con el tiempo encontró en Morat el espacio perfecto para desarrollar su arte. Hoy, junto con sus compañeros, ha conquistado escenarios internacionales y ha puesto el nombre de Colombia en alto.
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